Cristina entró el viernes 8 de enero a cumplir con su turno de 7 horas. Lo que no sabía es que iba a estar 40 horas seguidas más sin poder salir de su lugar de trabajo que, en este caso, se trata de la residencia Coimbra, situada en la localidad de Móstoles, en la Avenida de los Sauces, 61. “Mi turno empezaba a las 15.30h en la residencia. Me preparé y empecé contenta, ajena a lo que iba a suceder horas más tarde”. Cristina comenzó a trabajar y “estaba tranquila hasta que empezó a nevar sin parar. Yo sólo veía nieve y nieve por las ventanas. Teníamos varias televisiones encendidas en diferentes salas dentro de la misma residencia y no paraba de escuchar la situación de caos que se estaba viviendo en Madrid a causa de la nieve: atascos y más atascos. Las horas pasaban y la nieve no cesaba. Empecé a comentarlo con los compañeros y estábamos todos angustiados porque veíamos que no íbamos a poder salir”.
La directora de la residencia, Vicky Peinador, se encontraba en su casa cuando también empezó a atisbar el panorama. Así que se puso en contacto con su equipo para preguntar si en el caso de que las personas del turno de noche no pudieran llegar a trabajar, si había algún voluntario para quedarse esa noche. Cristina se ofreció como voluntaria, hasta que horas más tarde se confirmó: “Estábamos todos atrapados. La rampa de acceso al edificio tenía más de 20 centímetros de nieve y no había manera de salir con el coche. Y también la carretera de afuera estaba completamente abnegada. En ese momento, ninguno podíamos salir de ahí, así que en ese momento todos pasamos a ser voluntarios de forma obligatoria”. Un total de 20 profesionales: 15 trabajadores de la residencia, la conserje y 4 personas más del equipo de limpieza. En todo momento, la Dirección General de la Fundación AMÁS, así como el resto de directores estuvieron pendientes de todos ellos, buscando soluciones para evitar que se alargara en el tiempo esta situación.
A la hora de organizarse para dormir, se establecieron turnos para poder atender a las personas que viven en dicha residencia. “Como estamos en momento pandemia, gracias a que tenemos salas habilitadas y preparadas en caso de aislamiento, ahí nos pudimos organizar para dormir. Unos compañeros durmieron en la planta de la residencia en habitaciones preparadas y otros, dormimos en la planta de abajo, lo que es el centro de día”, detalla Cristina.
El sábado el equipo de estas 20 personas amanecieron con resignación y con un “es lo que nos toca vivir, hay que tirar para adelante”, explica esta trabajadora. “El momento que recuerdo más divertido fue cuando dejó de nevar, sobre las 16h o así. Me preparé y decidí que iba a disfrutar de ese momento, así que me fui a tirar a la nieve y a disfrutar y olvidarme por un rato de todo”.
Por la noche, la misma veintena de personas que seguían allí encerrados se reunieron para organizarse al día siguiente y en ese momento surgió de forma espontánea un aplauso entre ellos para darse ánimos y reconocer el trabajo que estaban haciendo como equipo. “Fue un momento emotivo y lo recuerdo con mucho cariño. Estábamos como de campamento porque comíamos, cenábamos todos juntos”.