Todos cruzaremos, algún día, ese umbral llamado final de la vida. Sin embargo, pocas veces nos detenemos a hablar de esta etapa de la vida con la sensibilidad, la calma y la ternura que merece. Los espacios residenciales de la Fundación AMÁS han decidido mirar ese último tramo con otros ojos. Y lo han hecho realidad a través de ‘Hagamos que los últimos días cuenten’, un proyecto que nace para acompañar cuando el tiempo parece volverse más frágil.
Esta iniciativa, que conocemos en detalle por el equipo de Inclusión de Coimbra, nos recuerda que despedirse también puede ser un acto de amor y que cerrar el ciclo rodeado de presencias cálidas y de respeto profundo no debería ser una excepción sino una promesa. “Creemos que, al tratar la muerte con naturalidad y sensibilidad, es una manera de acompañar a la persona y facilitar el duelo, además de normalizar ese proceso vital y hacer que sea algo menos tabú” detalla el equipo de Inclusión de Coimbra.
Un proyecto que cuida hasta el más mínimo detalle
Como toda iniciativa basada en el cuidado, este proyecto se concreta en un protocolo que atiende cada mínimo detalle. El equipo multidisciplinar, formado por médicos, psicólogos o terapeutas, entre otros, define los apoyos necesarios. No obstante, son las personas de apoyo directo quienes los implementan con profesionalidad, cercanía y afecto. Ellos y ellas están al lado de la persona y su familia, traducen las pautas en acciones cotidianas y aportan esa cercanía y afecto que hacen que el cuidado no solo sea eficaz, sino lo más humano posible.
“El equipo tiene que velar por dos cosas. Por un lado, calidad, donde establecemos que pautas planteamos para apoyar a la persona hasta hacerlo de la forma más correcta posible. Y por otra calidez, es decir cómo nos enfrentamos a estos apoyos de calidad, a la cercanía y al cariño que ponemos acompañando tanto a la persona como a la familia. Esto es fundamental para las personas de apoyo directo”, subraya el equipo. En este sentido, el equipo enfatiza que todo se adapta. Desde las actividades diarias hasta el espacio físico pasando por las visitas, la alimentación o los tiempos que comparten los familiares con las personas en sus últimos días.
Para ello, utilizan herramientas como “El plan de deseos futuros” o el “testamento vital” que permite que cada persona establezca como quiere vivir sus últimos días. Y si, por lo que sea, la persona no puede expresar su voluntad, se consulta a quienes mejor le conocen para que ningún detalle pasa por desapercibido. “Cuidar es recordar quién es esa persona, aunque ya no pueda contarlo”, explican desde el equipo de Inclusión Coimbra. “Por supuesto, también contamos de manera externa, con la unidad de cuidados paliativos que nos corresponde por zona”, recalcan.
“Nos dimos cuenta de que el final de la vida es una parte muy importante también y suele ser bastante descuidada y eclipsada por los asuntos médicos, sin tener tanto en cuenta la necesidad de personalizar ese momento vital”
Equipo de Inclusión Coimbra
El valor de tener cerca a quienes importan
Con ‘Hagamos que los últimos días cuenten’ las familias tienen un papel esencial. Se les invita a participar, de forma activa, en todo el proceso, ofreciéndoles los espacios necesarios para estar junto a su ser querido e informándoles con cercanía, claridad y transparencia. En muchos casos, se habilitan habitaciones compartidas, pensadas para que puedan pasar el mayor tiempo posible con su ser querido. Y si no pueden acudir, el equipo de profesionales garantiza que estén presentes de otra forma, como puede ser con llamadas de teléfono, mensajes o vídeos. Lo importante es que sientan que están acompañados en todo momento.
“También, si por las circunstancias familiares, no pudieran estar acompañando el proceso, se les informa habitualmente sobre cómo está su familiar y los cuidados y acompañamientos que está teniendo, para que la familia se quede tranquila” detalla el equipo que lidera esta iniciativa.
“Creemos que este modelo refleja que se tiene que seguir ofreciendo un apoyo, de calidad, a las personas que vayan a vivir su etapa final de vida”
Equipo de inclusión Coimbra
Historias que enseñan y emocionan
Elegir solo una historia es complicado, porque cada despedida deja una huella única. Pero el equipo recuerda con especial cariño el caso de una vecina que deseaba descansar junto a su madre. No contaban con más información que su nombre, pero se movilizaron hasta encontrarla, logrando que compartieran sus últimos días. Fue un gesto sencillo, pero profundamente significativo.
También hubo momentos muy especiales, como el de una persona que temía morir sola. Para respetar su voluntad, profesionales y familiares se organizaron en turnos, asegurando que siempre hubiera alguien a su lado. Esa presencia constante fue el mejor consuelo que pudo recibir.
En otro caso, la voz de una madre llegó en forma de grabación, acompañando a su hijo en sus últimos instantes. Aunque no pudo estar físicamente, su voz se convirtió en una despedida íntima, serena y cercana. Estas son solo algunas de las muchas historias que el equipo recuerda y resume la esencia del proyecto, que es la de cuidar desde el corazón, incluso cuando el tiempo es breve.
“Es muy importante tener información previa de la persona, así tenemos la certeza de que estamos actuando como a la persona le gustaría, y eso nos tranquiliza mucho, además de ahorrarnos tiempos de actuación”
Equipo de inclusión Coimbra
Un modelo que inspira
Este proyecto ha sido reconocido con el premio ‘Lo que tú haces cuenta’, entregado por la Fundación AMÁS en junio, como muestra de su innovación y sensibilidad. Pero para quienes lo viven cada día, el verdadero premio está en lo más sencillo. La esencia de ‘Hagamos que los últimos días cuenten’ es ver cómo una persona se marcha en paz y sentir que en todo momento estuvo acompañado y escuchado. Porque este proyecto no es simplemente un protocolo. Es una forma de cuidar y una promesa discreta que se pronuncia sin muchas palabras: vamos a estar contigo hasta el final, como tú lo mereces.