En la Fundación AMÁS algunas historias no solo nos enseñan, también nos invitan a cambiar nuestras miradas y nuestra forma de trabajar. La de Noa, una niña de 14 meses, nacida prematuramente, es una de ellas. Su historia, y la de su familia, impulsó a los profesionales de la Fundación AMÁS a trabajar de otra forma, adaptando las formas de intervención y poniendo el entorno cotidiano en el centro del proceso de atención temprana.
Y es que, desde el diagnóstico, los obstáculos eran evidentes, con desplazamientos muy largos, horarios complicados o barreras físicas como vivir en un segundo sin ascensor. “La mamá tiene parálisis y le cuesta mucho trasladarse. Solo salir de casa requiere apoyo”, recuerda Cristóbal Salomón, fisioterapeuta del equipo. Por su parte, el padre, con un horario laboral complicado, solo podía acompañarlas a última hora del día, cuando Noa ya estaba cansada, con sueño y hambre. Las sesiones en el centro resultaban cada vez más difíciles. Por eso, la decisión del equipo fue clara: si Noa no podía llegar fácilmente al centro, entonces el centro iría a Noa.
Esta historia ha quedado recogida en un documento, ‘El maravilloso diario de Noa’, que narra, desde el primer minuto cada paso, cada reto y cada decisión tomada por su familia y el equipo profesional de la Fundación AMÁS. Un testimonio vivo que refleja cómo, ante las dificultades, se transformó la forma de intervenir, situando el hogar como epicentro de la atención temprana.
En casa de Noa: cuando la atención temprana se adapta a la vida real
Cuando el equipo del Centro de Atención Temprana Paris conoció a Noa y todo su entorno, comprendió que el verdadero trabajo no empezaba en la consulta, sino en el salón de su casa, entre juguetes, rutinas y abrazos. Fue allí donde decidieron intervenir. “Desde la primera entrevista, vimos que no se trataba de evaluar solo a la niña, sino de entender a la familia, su entorno, sus fortalezas y sus necesidades”, explica César Santiago, psicólogo del equipo.

Incluso en el primer contacto, es decir en la entrevista inicial, se realizó por videollamada, algo poco común en los últimos tiempos. “Fue a petición de la madre, y nos ayudó a ajustar el horario a la disponibilidad del padre. A partir de ahí, entendimos que cada paso debía adaptarse a su realidad”, añade César. A pesar de que el proyecto se enmarca en una plaza de Apoyo y Seguimiento, con tan sólo una hora mensual asignada, la intervención fue mucho más allá. El equipo multidisciplinar se volcó de lleno. Profesionales de distintos ámbitos, como el de la psicología, fisioterapia, trabajo social o alimentación y estimulación, se sumaron en distintas sesiones para aportar una atención integral.
“Esto es una apuesta que ha hecho la Fundación, porque es un caso especial. Nos permite aprender y compartir prácticas en entorno con el resto del equipo”, señala Esther Guillemot, trabajadora social. María Andrés, experta en estimulación y alimentación, lo resume con claridad: “El diario lo hemos construido entre todos. Cada sesión y cada aporte están basados en el trabajo conjunto”.
Un equipo volcado en el bienestar de Noa y su familia
Los desplazamientos, la inversión en tiempo y la coordinación entre profesionales han sido todo un reto. “A veces llegábamos a bloquear tres horas por visita entre ida, sesión y vuelta. Coincidir los cuatro no ha sido fácil, pero lo hemos logrado porque el caso lo merece”, afirma María. Sin embargo, desde el primer encuentro en casa, el cambio fue evidente. Noa mostraba más energía, más tranquilidad y más motivación para participar. “Después de la última sesión en el centro me fui con dudas. Me preguntaba si lo que hacíamos era realmente funcional. Y verla en casa me confirmó que sí”, comparte emocionado Cristóbal.
“Cuando decidimos adaptar las estrategias al entorno, multiplicamos el impacto”
César Santiago, psicólogo de la Fundación AMÁS
La intervención, al realizarse en un entorno conocido y amigable para Noa, permitió trabajar directamente con situaciones reales, sin necesidad de adaptar materiales o modificar los espacios. Esto facilitó también que su madre asumiera un rol más activo, empoderándola y ganando más confianza y autonomía. Una mujer que, con una sola mano, atiende a su hija con dedicación, paciencia y mucho amor.
Para la familia de Noa, los beneficios fueron notables desde el minuto uno. Con menos desplazamientos y menos estrés para organizarse hubo una mayor capacidad de participar en las sesiones y sentirse parte del proceso. “Cuando decidimos adaptar las estrategias al entorno, multiplicamos el impacto”, destaca César.
Cambio de mirada en la Fundación AMÁS
En la Fundación, este caso nos ha invitado a revisar nuestras prácticas y actitudes. A dejar atrás modelos rígidos y apostar por una mirada más positiva, basada en las fortalezas. Porque tal y como reflexiona César, “la vida está en casa, en el parque o con los abuelos. A veces como profesionales se nos escapan oportunidades por no estar ahí”. El proyecto también ha generado aprendizajes compartidos por todo el equipo. Desde cómo flexibilizar la intervención hasta cómo utilizar herramientas tecnológicas como vídeos, reuniones online o comunicación continua. Y lo más importante, ha enseñado al equipo a escuchar, a confiar y a acompañar sin imponer modelos que ya están obsoletos.
“El diario lo hemos construido entre todos. Cada sesión y cada aporte están basados en el trabajo conjunto”
María Andrés, profesional de estimulación, logopedia y apoyo en alimentación de la Fundación AMÁS
Más allá del equipo interno, esta experiencia ha permitido crear y fortalecer alianzas externas. Se ha trabajado en coordinación con el equipo de Atención Temprana de San Martín de Valdeiglesias, con la fisioterapeuta privada que acompaña a la familia cada semana y se han abierto posibilidades de colaboración con Sanidad y Servicios Sociales en el futuro. Todo este ecosistema de apoyos refuerza un modelo de intervención temprana que no solo se ha centrado en atender necesidades, sino en respetar los ritmos de las personas y generar un bienestar integral en las familias.
El reconocimiento que impulsa a seguir mejorando
Gracias a una forma de mirar que pone el foco en lo que importa, este proyecto ha recibido el premio ‘Lo que tu haces cuenta’ en su décima edición. Este reconocimiento avala un modelo de intervención temprana cercana que entiende que el cambio no nace en un despacho vacío, sino en un hogar lleno de recuerdos, amor y cariño. Porque a veces lo importante ocurre sin que nadie lo note. En una casa cualquiera, en una escalera estrecha, en el esfuerzo de unos padres por seguir adelante y en la alegría de una niña que juega sin saber que está creciendo. Es realmente ahí donde las cosas cambian de verdad.
Este premio viene a recordarnos que transformar no es intervenir desde fuera, sino estar donde hace falta y cuando hace falta, con mucho respeto y presencia profesional. Y que cuando todo esto se pone en el lugar adecuado, lo que parecía algo pequeño se convierte en algo que deja huella. Como es el caso de Noa y su familia.