Afrontar el impacto de la esperanza de vida en el empleo de las personas con discapacidad intelectual
Las personas con discapacidad intelectual llegan a la vejez y empiezan a jubilarse. Hasta que la persona finaliza su vida laboral y durante todo el camino, en el marco del proyecto de mayores de Fundación AMÁS, se ha puesto en marcha un proyecto de acompañamiento dirigido a personas con discapacidad que trabajan en los Centros Especiales de Empleo.
Un equipo transversal de profesionales de diferentes ámbitos (psicología, trabajo social, recursos humanos, preparadores laborales y salud laboral) trabaja coordinado para dar respuesta a esta nueva realidad y prestar apoyos a la persona antes, durante y después de su jubilación.
“El envejecimiento preocupa y se trabaja desde hace muchos años, pero ahora es más acusado debido al aumento de la esperanza de vida. La trasformación de los centros y de los servicios, el apoyo a esta nueva realidad de las familias, que también acusan su propio envejecimiento, y la sensibilización en la sociedad, son objetivos cruciales en los que tenemos que seguir trabajando” señala Alonso Donoso, psicólogo de Fundación AMÁS.
Adaptaciones a las capacidades físicas y cognitivas
Este equipo transversal identifica las capacidades cognitivas de las personas y cuando comienzan su proceso de envejecimiento, en torno a los 45 años, realizan las primeras adaptaciones como los ajustes en el puesto de trabajo. “En los primeros momentos, identificamos una importante pérdida de capacidades físicas, y no tanto cognitivas, aunque aparecerán más adelante” indica Alonso, que señala que aproximadamente la mitad de las personas que trabajan en los Centros Especiales de Empleo de la Fundación se encuentran ya en proceso de envejecimiento.
Según se aproximan a la jubilación, desde la Fundación se planifica el final de la vida laboral para que cada persona pueda contar con un apoyo que le informe, por ejemplo, de las ayudas en caso de que decida alargar la jubilación, y muy especialmente en la adquisición de hábitos, rutinas o actividades con las que pueda suplir el tiempo que dedicaban al trabajo. Durante todo el proceso, la complicidad de la familia es fundamental para que pueda conocer las dificultades y necesidades que pueda tener su de cara al futuro.
Prevenir la soledad
Si bien jubilarse puede ser una recompensa y es un deseo, a través de este acompañamiento se trata de prevenir situaciones de depresión o soledad porque, indica Alonso, muchas personas no tienen actividades previas desarrolladas y eso hace que cuando se jubilen pasen a cuidar de sus progenitores, también mayores. “Intentamos evitar que se den situaciones de depresión o soledad, pero también prevenir y cuidar las consecuencias que se pueden dar cuando se aúnan tres factores como la discapacidad intelectual, el envejecimiento y la salud mental”.