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Día de la Salud Mental: El modelo de la Fundación AMÁS para hacer frente a conductas desafiantes

Irene y Soraya en el pasillo charlando.

En el ámbito de las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo, las conductas desafiantes siguen siendo una de las realidades más complejas y menos comprendidas. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, cuatro de cada diez personas con discapacidad intelectual presentan problemas vinculados a su salud mental.    

Es importante destacar como, habitualmente, los problemas de salud mental derivan en conductas desafiantes, cuando se trata de personas con discapacidad intelectual, algo que sigue siendo una de las realidades más complejas y menos comprendidas, en lo que significa el apoyo y acompañamiento a las personas con discapacidad. Para ello, es preciso activar una serie de respuestas, que no solo tengan en cuenta a la persona, sino también a su entorno, para ofrecer nuevas oportunidades, alternativas y apoyos, que eviten la institucionalización, la sobre medicación y la restricción en su vida. 

Las cifras nos interpelan y nos obligan a preguntarnos qué hay detrás de una conducta que interfiere en la vida de una persona, su familia y su participación en la comunidad. Como explica Nacho Sánchez, psicólogo del espacio residencial Nuevo Parque Polvoranca, en Leganés, y miembro del equipo especializado en conductas desafiantes de Fundación AMÁS, “hay una definición muy acertada que entiende como conducta desafiante toda aquella conducta cuya frecuencia, intensidad y duración interfiera de manera significativa en la vida de la persona, de la familia y de su participación en comunidad”.   

En este sentido, Sánchez avisa de que “la conducta nos supone un reto para comprenderla, encontrar que es lo que la desencadena y establecer los apoyos que necesita. Este es realmente nuestro desafío”.   

Apostar por la desinstitucionalización   

El equipo especializado en conductas desafiantes de Fundación AMÁS surge con un enfoque claro, apostar por la desinstitucionalización y por la vida en comunidad. “Hay un principio metodológico que nos debe guiar a todos, que es la desinstitucionalización en el campo de la salud mental”, afirma Nacho. “La experiencia de todos estos años nos lleva a que esta desinstitucionalización fue todo un éxito y debemos extrapolarlo”   

Este cambio de paradigma implica salir de las grandes residencias y apostar por entornos más inclusivos, como son los pequeños pisos. “Sobre todo, lo que buscamos son recursos donde nos alejemos de las grandes aglomeraciones de personas y donde la persona pueda recibir apoyos personalizados y vivir en comunidad” recuerda el equipo.   

Pero no basta con cambiar el espacio físico. Tal y como recalca el equipo, “hay que apostar por el desarrollo de planes en comunidad, planes personales y luchar por que la persona permanezca en su entorno natural antes que recurrir a la institucionalización”.   

También es necesario contar con un equipo especializado en este tipo de conductas, que acompañe y trabaje con las familias. Como detalla Irene Canosa, trabajadora social y terapeuta familiar en el equipo especializado en conductas desafiantes de la Fundación AMÁS, “el entorno es lo más fundamental a la hora de apoyar a las personas. Muchas veces se deposita toda la responsabilidad en quien tiene la conducta, sin pensar que quizás no está en su mano cambiar ciertas cosas”.   

Apoyos y herramientas adecuadas    

El equipo especializado en conductas desafiantes de la Fundación AMÁS trabaja con las familias para generar una red de apoyo real.  Dispone de recursos internos, como los profesionales que integran el equipo, y colaboran con servicios externos como el equipo SEMSDI de la Comunidad de Madrid.   

En este sentido, la confianza es un pilar esencial en este proceso. “En el momento en el que tú confías en la persona, puede estar de otra manera y mejora”, afirma Irene. Y lo confirma Soraya, vecina de Nuevo Parque Polvoranca, que lleva más de 15 años en Fundación AMÁS y ha vivido una transformación profunda. “Yo creo que no soy un bicho raro. Tengo un problema de salud y me tienen que entender”, dice. En este sentido, recuerda cómo, al sentirse escuchada por un profesional, no necesitó medicación. “Me dio un espacio y le dije gracias. Me dijo que no hacía falta la pastilla de choque”.   

Soraya es hoy una mujer que ha encontrado su lugar, que trabaja en AMÁS Escena y que ha recorrido un camino que nunca imaginó. “Nunca pensé que iba a llegar tan lejos. Yo tengo que cambiar por mí, porque este cambio me va a hacer bien para mi salud”, reflexiona. Por su parte, Irene se muestra optimista por todo lo avanzado en estos años. “Hay luz al final del camino”, cuenta Irene. “Nuestra experiencia nos ha demostrado que las personas, cuando tienen un apoyo y herramientas adecuados, pueden mejorar”, recalca. 

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